“Yo sólo toco plata”: la vida secreta del financista de narcos e informante asesinado por sicarios en Quilmes

Diego Xavier Guastini delató en la Justicia a clientes de su negocio de tráfico de dinero. Un pistolero lo mató la semana pasada, pero nadie sabe por qué. La Federal y la Bonaerense se unen bajo las directivas del fiscal M

Durante los últimos dos años, Diego Xavier Guastini, contador y empresario según se presentaba él mismo, financista y lavador según la Justicia que lo persiguió, se sentó a negociar y dialogar en las causas en las que se vio involucrado bajo la figura del imputado arrepentido. Se ofreció él mismo, o le pidieron que entregara a sus cómplices a cambio de que su nombre no termine en un expediente.
TenĂ­a una cueva en la calle Florida al 500, que atraĂ­a a clientes oscuros de todo tipo. Guastini les proveĂ­a un servicio muy particular, una mezcla de courier y clearing bancario de plata negra: habĂ­a conformado un negocio un poco insólito de transporte global de plata oculta en valijas. Usaba a jubilados de la zona sur, pastores evangélicos, panaderos, almaceneros, gente a la que un oficial de Aduana mira en un aeropuerto sin sospechar, casi como La Mula, el personaje de Clint Eastwood en una de sus últimas pelĂ­culas, un veterano de la Guerra de Corea sin siquiera una multa de tránsito en su legajo que llevaba y traĂ­a cocaĂ­na en su camioneta a través de la frontera mexicana.
Guastini, con un hombre hoy preso por narco entre sus compañeros, resolvĂ­a esa necesidad para grandes delincuentes: materializar efectivo, llevarlo o traerlo desde cualquier parte del mundo. Las mulas de Guastini podĂ­an mover más de USD 250 mil en un solo trayecto. Iban y venĂ­an: los destinos incluyeron puntos de partida y llegada como México, Roma, capitales de América Central.
AsĂ­, Guastini colaboró, por ejemplo, con un traficante de cocaĂ­na muy pesado, no trabajaba con los que hacen su riqueza con soldados adolescentes esclavizados en villas y asentamientos; preferĂ­a los más sofisticados, los internacionales de alto vuelo. Desde la Justicia le dieron una custodia de hombres de Prefectura luego de que habló. Guastini pidió que se la destinen a su esposa: tener policĂ­as a su alrededor con móviles de civil era malo para su negocio, hacĂ­a demasiado evidente su nueva función de colaborador de los jueces. Luego, el financista dijo que a esa custodia no la necesitaba más. Hay quienes creen que tenĂ­a un guardaespaldas personal, otros lo niegan.
La Aduana eventualmente se dio cuenta del esquema de mulas y lo denunció en 2014 en el fuero penal económico. Firmó un juicio abreviado junto a su cómplice preso en el Tribunal Oral en lo Penal Económico NÂș 1. La sentencia fue dictada el 20 de septiembre pasado: tres años de prisión en suspenso por seis hechos que involucraron más de tres millones de dólares. Se cree que Guastini usaba lo que sabĂ­a como moneda judicial para zafar. La ley del arrepentido le impedĂ­a usar información de un caso para beneficiarse en otro. Se sospecha que delató a un amplio rango de delincuentes. “Le llevaba la guita a medio mundo”, dice un funcionario judicial de alto rango que no está acostumbrado a las exageraciones.
Quienes trataron a Guastini hablan de su amor por las camisas Tommy perfectamente planchadas, sus camperas Moncler que podĂ­an valer $50 mil, las llaves de su Audi A4 a la vista. Un tipo agradable, dicen de él, pero rápido para negociar, un poco cĂ­nico. CreĂ­a que no tocar la cocaĂ­na de sus clientes lo libraba de no ser, por default, también un narco, un partĂ­cipe del negocio.
“Yo solo toco plata”, solía decir Guastini.
Y después un sicario lo mató.

Fue el lunes 28 de octubre pasado. Una Toyota Hilux con una patente que no correspondĂ­a con el vehĂ­culo le cortó el paso mientras viajaba en plena noche con su Audi, a metros de la Municipalidad de Quilmes, no muy lejos de su departamento. AllĂ­, el tripulante de una moto le disparó tres veces a través de la puerta y el vidrio del auto con balas calibre 9 milĂ­metros. Luego, huyó. Guastini fue trasladado al Hospital Iriarte donde finalmente murió por sus heridas. TenĂ­a una Glock calibre 40 encima que nunca disparó
La UFI NÂș 3 de Quilmes a cargo del fiscal MartĂ­n Conde se encarga de investigar el caso, complejo desde el comienzo. La división Homicidios de la PolicĂ­a Federal se unió al expediente, en conjunto con la DDI de Quilmes. Algunos en Tribunales dicen que a Guastini no lo mataron por hablar en la Justicia, que quizás “debĂ­a plata", pero a Conde esta deuda no le consta, o quién es el deudor. Se habló de un supuesto negocio con la barra de Independiente en un momento.
Su mujer, en su departamento al momento del crimen, declaró como testigo: dijo no saber nada, afirmó que su marido era muy reservado, que no contaba. Volvió a ser custodiada por Prefectura, convertida en un blanco fácil. El financista, curiosamente, habĂ­a tenido el primer empleo en blanco de su vida según los papeles seis meses antes de que lo mataran, figuraba como empleado de una curiosa firma de consultores informáticos de Monte Grande. A horas de la muerte, un funcionario judicial de alto rango envió un informe con las causas en las que intervino y en las que Guastini colaboró. Hasta ahora, fue el único en hacerlo. La lista de delatados todavĂ­a no está completa en el escritorio de Conde.
Ninguna hipótesis está descartada. “Guastini tenĂ­a muchos frentes abiertos”, dice una fuente clave. Al fiscal, los senderos se le bifurcan.
Dos iPhone fueron encontrados en el auto, que deberán ser peritados: el financista usaba un software que bloqueaba señales y destruĂ­a mensajes. Su cueva de la calle Florida fue allanada: le secuestraron los celulares a varios empleados, que dijeron que no sabĂ­an nada de ninguna cueva, que eran los administradores del edificio.
En cuanto a sus bienes, Guastini no dejó ningún rastro: el Audi que manejaba todavĂ­a estaba a nombre de la misma mujer que se lo vendió, quien declaró y afirmó que el financista decĂ­a dedicarse a “la compra y venta de coches”. La transferencia nunca fue realizada. Su departamento no estaba a su nombre. No tenĂ­a cuentas bancarias, no era titular de tarjetas de crédito, nada a su nombre, excepto la Glock que encontraron al lado de su cadáver

En los papeles estaba registrado como empresario, con domicilio fiscal principal en Ezpeleta. En los últimos diez años habĂ­a integrado al menos seis empresas de acuerdo al BoletĂ­n Oficial con sus familiares en los directorios, dedicadas a rubros tan diversos como la ganaderĂ­a o el turismo. Algunos creen que esas empresas eran simples cáscaras para otros negocios, un mecanismo similar al de Mossack Fonseca en los Panama Papers, pero del Conurbano. Hay una empresa en particular, registrada en 2009, que tiene como dirección fiscal la cueva de la calle Florida, sin cuentas bancarias visibles o empleados registrados.
En 2014, esa firma fue denunciada por la AFIP en el fuero penal económico según registros judiciales por violar la Ley 24679, evasión. Tras varias apelaciones, la causa en su contra está en la SecretarĂ­a Judicial NÂș 3 de la Corte Suprema. La acusación en su contra: evadir 1,4 millones de pesos en el ejercicio fiscal de 2010.
Por lo pronto, se sabe adónde fue el asesino tras matar: a una villa cercana a la escena del crimen, a la que no ingresó. Hay quienes se sorprenden por la aparente desprolijidad del golpe: tres tiros es poco y un sicario profesional no falla, mata en el acto, pero Guastini llegó todavĂ­a con vida al Hospital Iriarte. Los crĂ­menes sicarios de los últimos años, como los comisionados por la mafia china, son cosas rápidas y sin piedad, con pistoleros que matan a cara tapada, usualmente con un casco de moto.
El sicario que mató a Guastini lo hizo con la cara descubierta. Una cámara de seguridad lo filmó.
Un investigador asegura: “Se ve bastante bien”.

Redes Sociales


Encuesta del dia

¿Creés que las reuniones de trabajo sirven para algo?